Desconectándome de la protección, la ayuda y los costos de la bulimia, con Sanjog Kaur

Sanjog realizó sus estudios en Antropología y Estudios de Género antes de entrar al campo de la salud mental durante su proceso de recuperación de un desorden alimenticio. Entrenó como Maestra de Kundalini Yoga y Psicología de la Alimentación, estudió Terapia Gestalt, Arteterapia, Sistemas Internos Familiares (IFS) y Brainspotting. Después de conocer a Gabor y a Sat Dharam a través del programa Beyond Addiction (2012), empezó a practicar la auto-indagación compasiva. 

Esta publicación es un breve extracto editado del viaje personal de Sanjog en la sanación de su trastorno alimenticio y, en el proceso, el descubrimiento de la conexión y el propósito. Puedes escuchar la entrevista completa en The Gifts of Trauma Podcast.

Cotopaxi Ci

Credito fotográfico – Leonardo Salas Z

Nunca soñé con ser terapaeuta. Lo que me trajo hasta aquí fue mi propio anhelo de sanar de un desorden alimenticio que desarrollé en la infancia. A través de mi búsqueda de herramientas y recursos para mi propia sanación, descubrí que tenía algunas habilidades para ser terapeuta. 

Sanjog es mi nombre espiritual. Cuando me entrené para enseñar Kundalini yoga, me dieron la opción de pedir mi nombre espiritual como una bendición que me recuerda quién soy y cuál es mi propósito en la tierra. El Gurugram Sahib es el libro espiritual de donde sacaron mi nombre en base a mi fecha de nacimiento. Sanjog significa conexión, así que cuando escucho a alguien decir mi nombre, me recuerda que la conexión siempre está disponible. Es curioso que también exista una conexión en las montañas de los Andes, donde nací. Conectan 6 países, desde Argentina hasta Colombia, y son un lugar para encontrar conexión espiritual con el sol, la luna y la naturaleza en general. 

Desarrollé un desorden alimenticio en la adolescencia, cuando empecé a salir con chicos, salía a fiestas y me quedaba despierta hasta tarde, como suelen hacerlo los adolescentes. Siempre fui una buena estudiante, pero mi mamá veía este comportamiento y temía que perdiera la disciplina académica. Para que no perdiera el enfoque en mis estudios y pudiera ir a la universidad, ella me mandó a los Estados Unidos para vivir con mi tía y asistir a un colegio allá. Salir de casa a esa edad significó una gran ruptura para mí. En ese entonces la comunicación entre Ecuador y EEUU era difícil. Experimenté una etapa larga de extrañar a mi familia y a mis amigas, y me sentía muy triste porque no había alguien con quien pudiese compartir mis sentimientos. 

Antes de irme de Ecuador me advirtieron que tuviera cuidado con la comida chatarra porque la obesidad era un gran problema en los EEUU. TAmbién recuerdo a mi mamá decir, “… y estás empezando a subir de peso…” Era normal que mi peso aumentara a los 13, mi cuerpo estaba cambiando. Pero la combinación de mi duelo por mudarme de país con la falta de apoyo y los comentarios sobre mi peso me llevó a obsesionarme con mi peso, mi dieta y mis rutinas de ejercicio. Esta obsesión me ayudó a lidiar con las emociones que estaba experimentando sin ser consciente de ellas. Después de 8 meses de vivir en los EEUU, mi tía se asustó por la cantidad de peso que había perdido. Cuando le contó a mi mamá, decidieron que regresaría a Ecuador, pero para eso mi desorden alimenticio (DA) ya había hechado raíces. Mis padres pensaron que volver a casa lo resolvería, pero no fue así. Mi DA se convirtió en un secreto en mi vida. Evolucionó y tomó distintas formas hasta que cumplí 21 años. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un problema y decidí buscar ayuda. 

Durante mi proceso de sanación me pregunté si mi desorden empezó a los 13 años o si algo más, como el bullying que experimenté en la escuela, había forjado el camino para que se desarrollara. Hay mucho racismo en Ecuador, y de niña me molestaban por tener la piel más oscura. La huella de esas experiencias se manifestó en una baja autoestima respecto a mi apariencia. 

Nunca hablé con mis padres sobre mi DA. Siempre estaban ocupados y no estaban emocionalmente disponibles de la forma en que yo los necesitaba. Las pocas veces que les hablé sobre le bullying en la escuela respondieron, pero no de la manera que yo necesitaba. También tenía miedo de su reacción porque yo quería que mi madre me viera como alguien que podía cumplir con todas sus expectativas. No quería destruir su ilusión. Mi DA me ayudó a gestionar mis emocionas porque no había la presencia de un adulto que pudiera satisfacer mis necesidades. 

Durante mi primera relación larga, mi pareja se dio cuenta de que mi relación con la comida y el ejercicio me hacía mucho daño. Insistió en que admita que necesitaba ayuda, lo cual fue muy importante. Una característica de DA, pero en particular de la bulimia, es esconderse, así que yo estaba viviendo con dos identidades. Por un lado era muy funcional y parecía que me iba bien asistiendo a una universidad en los EEUU, siendo buena estudiante. Y también estaba la chica con el DA. Mi DA me ayudaba a lidiar con las dificultades, me protegía muchísimo y me parecía útil, por ende tenía miedo de perderlo. A la vez me costaba mucho, pero admitirlo me tomó mucho tiempo.

Mi madre estaba muy preocupada por mí, así que insistió en que fuera a un retiro de Kundalini yoga. Cuando estuve ahí, encontré algo en la conexión entre mi respiración y mi cuerpo que sembró una semilla en mí. Cuando volví a la universidad en Nueva York, busqué un centro de Kundalini yoga y empecé a asistir a clases. Mi profesora fue la primera persona a la que le conté sobre mi bulimia. Ella sembró otra semilla en mí cuando me dijo que buscara ayuda para mi desorden, pero tomó un par de años para que esa semilla germinara. 

Cuando regresé a Ecuador para vivir con mi pareja, era imposible para él vivir con mi DA. “Si queremos continuar con esta relación,” me dijo, “neceisto que busques ayuda.”  Siempre ha sido difícil para mí pedir ayuda, porque en el pasado, quienes intentaron ayudarme no lo lograron. Así que decidí sanarme porque quería hacerlo y porque yo tampoco podía continuar viviendo con mi DA. 

Empecé mi proceso aprendiendo sobre lo que es un DA y cómo surge. También aprendí que ha sido comprobado que el ayudar a otros nos ayuda a sanar. Así que cuando Sat Dharam me dijo, “Me gustaría que compartas Beyond Addiction con otras personas”, no sólo tuve mi primera experiencia aprendiendo herramientas para mí misma, sino para compartirlas con los demás. Esto me llevó a estudiar más y a ser más, para poder brindar apoyo a otros y a mí misma. Después de estudiar la Terapia Gestalt y muchas otras modalidades terapéuticas, decidí dedicarme completamente a Compassionate Inquiry.


The Gifts of Trauma es un podcast semanal que presenta historias personales de trauma, transformación, sanación y los regalos que se revelan en el camino hacia la autenticidad. Escucha la entrevista y, si te gusta, suscríbete y compártelo.

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