Pronto será hora de recoger a mis hijos de la escuela, así que seré breve. Hoy no me puedo esconder detrás de mi trabajo, pues estar con mis hijos no me dejará lugar para trabajar. Tendré que dejar a un lado mi miedo a ser alguien incapaz de estar presente con ellos. Sé que mi miedo es mío porque lo heredé. Hoy no quiero que sea parte de mi legado.
Cuando me convertí en padre, hacerme responsable por alguien más fue un gatillo enorme. Entre otras cosas, me llevó a cambiar de profesión. Despertó en mí un deseo urgente de manifestarme como alguien de vital importancia para otras personas. Llevado por ese deseo, encontré el enfoque de Compassionate Inquiry®.
Al inicio de mi formación en CI, aprendí que ser importante para otros no tenía nada que ver con las necesidades de los demás, era totalmente mío. De no haber sido por el apoyo que recibí en mi formación, no me hubiese dado cuenta de que aún cargaba heridas que necesitaban ser vistas.

Nuestro tercer hijo tenía tan solo cinco meses de nacido cuando me certifiqué como Practicante de CI. En ese punto yo ya no era un obstáculo en los procesos de mis clientes, pues había deconstruido compasivamente mi necesidad de ser importante. Sin embargo, afuera del espacio terapéutico, mi certificación justificaba mis intentos de ser importante para mis seres queridos. La certificación se convirtió en mi mejor aliada para tener una casa propia y que mi familia no tuviese que depender del apoyo del estado. Finalmente podría probar mi valor como esposo, padre y hombre.
Sin saberlo, me volví a esconder en mi trabajo, pero esta vez era distinto. Esta vez mi esposa se enfermó: problemas digestivos, ataques de ansiedad y pálpitos. Entrábamos y salíamos del hospital, pero ninguna de las pruebas que le hacían llegaba a un diagnóstico. Eventualmente nos hicimos la difícil pregunta de: ¿a qué le está diciendo que ‘no’ el cuerpo?
La respuesta nos llevó a hacer cambios repentinos. Ahora mi esposa tiene su propia casa, donde la veo asumir responsabilidades que antes pensaba que eran solo mías. En lugar de liberarnos de la dependencia del apoyo estatal, ahora tenemos dos hogares. En lugar de aumentar mi carga laboral, le dedico gran parte de mi semana a mis hijos. Pero ni Anna ni yo nos arrepentimos de nuestra decisión. Todos sus síntomas han desaparecido.
Hay un amor fuerte y creciente en la forma en que ahora me encuentro separado de la madre de mis hijos. Juntos llegamos a ver los patrones en los que nos habríamos mantenido atrapados mutuamente, de no haber aceptado nuestra actual separación como parte de nuestro crecimiento. Después de atravesar el dolor de la separación, hemos creado la distancia que necesitábamos. Ahora podemos ser un apoyo amoroso para el avance del otro. Hay más espacio para ver nuestras propias heridas, atravesar el duelo de nuestras pérdidas y celebrar los nuevos comienzos.
Algo se ha abierto para nosotros y para nuestros hijos. En general son alegres, juguetones y no tienen miedo de mostrar su dolor, miedo, tristeza o rabia. Tienen dos paredes que están cada vez más disponibles para todo eso. Dos días a la semana están conmigo, dos días están con su madre y los otros tres días los pasamos juntos.
Uno de los resultados de la restructuración de nuestra familia es que ya no me puedo esconder con mi trabajo en días como estos. En cambio, estoy ganando experiencia al estar realmente presente para mis hijos y las pruebas constantes de la paternidad. Esa experiencia refuta mi antigua creencia de que, de alguna manera, soy incapaz de estar ahí para mis hijos.
La habilidad de estar presente es un regalo que al fin puedo traer del trabajo. Y aunque he reducido significativamente mis horas de trabajo, me siento más productivo. Todos los recursos que antes utilizaba para luchar y esconderme, ahora están disponibles para algo más. El verdadero trabajo al que me estoy entregando es el de transformar el ocultamiento en expresión. En momentos como este, parece estar funcionando. Estoy aquí.
Eso es todo por ahora, debo irme porque comeremos tortillas esta noche.
En el 2024, mi esposa y yo asistimos a una conferencia con el Dr. Gabor Maté en Holanda, donde tuvimos la oportunidad de hacerle una pregunta. Puedes escuchar su respuesta en el video a continuación: https://www.youtube.com/watch?v=vNd8MqzGEOQ