De niña buena a mujer divina, Cómo Compassionate Inquiry me devolvió mi valía

Desde niña aprendí a complacer, a llorar en silencio, a ser la que no molestaba, la que se esforzaba por no dar problemas. Fui programada para ser una “niña buena”, obediente, responsable y siempre disponible para los demás, pero algo en mí me decía que las cosas no estaban bien y que algo mejor estaba por llegar. Durante años fui lo que los demás pedían de mí: una mujer funcional, una madre comprometida y una profesional exitosa. Sin embargo, en el fondo  había una niña asustada, sola y confundida, que no sabía cómo expresar su verdad. Era experta en cuidar y complacer, y a la vez, era  incapaz de cuidarme emocionalmente a mí misma y de relacionarme con el mundo.

Todo cambió el día en que la vida me mostró que dentro de mí había un monstruo dispuesto a lastimar a quienes  más quiero: a mis hijos.  Escuché una voz dentro de mí que decía: ¿de verdad vas a repetir esto? ¿No te duele verlos llorar? Esa experiencia  sacudió mi centro y me llevó al Dr. Gabor Maté. Desde entonces, mi camino no ha sido el mismo. Sus enseñanzas no sólo me ayudan a acompañar a otros, también me muestran el camino hacia mi yo divino. Las enseñanzas de Gabor me han ayudado a cuestionar  mis creencias de lo que significa ser la “mamá perfecta” y la “profesional exitosa”, para encontrarme con mi esencia: esa mujer divina que siempre estuvo ahí, esperando disfrutar de su plenitud.

Erika Blog

Volver a mi niña interior

En una de mis primeras sesiones en Compassionate Inquiry, conecté con una parte de mí que había olvidado, una niña de seis años que se escondía debajo de las sabanas con miedo a lo que podría pasar. Volví a experimentar el terror, la vergüenza y la soledad. Pero por primera vez, no estaba sola, tenía herramientas para sostenerla con compasión y sin juicio. Me di cuenta de que mis reacciones como madre, como pareja y como mujer, no eran sinónimo de mí. Entendí que esas partes no eran el problema sino que solo necesitaban ser vistas, escuchadas, acompañadas sin juicio y con compasión.

Del sacrificio a la autenticidad

Por muchos años confundí el amor con sacrificio. Creía que para ser una buena madre tenía que ignorar mis necesidades, y que para ser una buena pareja debía acallar mi voz. Pero CI me mostró otra verdad:el amor no se construye desde el abandono propio, sino desde la presencia auténtica. Ser madre no significa desaparecer, sino estar presente desde mi esencia para que mis hijos también puedan conectar con la suya.

Hoy no me sacrifico, me honro. Y desde ese lugar guío a otras personas a hacer lo mismo. 

De la mente al cuerpo

A lo largo de mi vida he leído, estudiado y comprendido intelectualmente los efectos del trauma infantil y la importancia de sanar al niño interior. Pero fue Compassionate Inquiry® lo que me permitió sentirlo en el cuerpo, verlo con claridad y transformarlo desde adentro.

CI integró mi conocimiento, mi intuición y mi corazón. Me dio un nuevo camino para entender mis patrones y una brújula para navegar mis emociones.

La Sabiduría del grupo

Actualmente, tengo la gran fortuna de ser líder del círculo “Sanar el Niño Interior”, un espacio seguro y profundo donde aplicamos este enfoque para volver a conectar con nuestra esencia y liberar las historias que nos alejan de nuestro ser divino.

Este círculo no es solo para padres, madres o terapeutas. Es para toda persona que haya sentido que en algún momento de su vida tuvo que dejar de ser quien era para ser aceptado. Las personas que han sido parte de este espacio, anhelan dejar de sobrevivir  para comenzar a vivir desde la conexión, la presencia y el empoderamiento de la mano de su niño interior.

De niña buena a mujer divina

Sanar mis heridas de la infancia me lleva a  reconciliarme con mi historia, con mi cuerpo y con mi esencia una y otra vez. El proceso de reconocer mis heridas me  permite seguir creciendo para cumplir mis sueños desde la confianza y el amor.  Al mismo tiempo, me convierto  en un espejo más limpio, que refleja la divinidad de quienes me rodean y, sobre todo, puedo ser la madre que mis hijos necesitan y no la que yo creía que debía ser. Hoy no busco aprobación, me busco a mí. No me esfuerzo por ser suficiente, porque ya lo soy. Me permito brillar, amar, equivocarme y volver a empezar.

Si algo de esto te toca el alma o si hay una parte de ti que sabe que las cosas pueden ser mejores, te invito con mucho cariño a este maravilloso viaje de regreso a casa.

Ya no tienes que sentirte en soledad y tú también puedes pasar de niña buena a mujer divina.

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