Ayudando a un cliente a examinar una creencia limitante a nivel somático

David se sentó frente a mi en la sala de terapia, con los hombros encorvados y el ceño fruncido. Buscaba mi ayuda para resolver sus dificultades financieras, pero pronto se hizo evidente que el origen de sus dificultades iba mucho más allá de un ajuste de presupuesto.

Las creencias dan forma a nuestras percepciones y guían nuestras acciones, pero a menudo están basadas en experiencias pasadas, en acondicionamientos culturales y en suposiciones no examinadas. Cuando nos identificamos de forma rígida con nuestras creencias, nos cerramos y nos volvemos defensivos o resistentes a las nuevas ideas. Cultivar la capacidad de reconocer nuestras creencias involucra un cuestionamiento de sus orígenes, su validez y su relevancia en nuestro contexto del presente, como también la voluntad para retarlas de cuando en cuando. 

Las prácticas de reflexión, como la contemplación, las conversaciones con personas que tienen distintas perspectivas y la literatura que invita a la reflexión, nos ayudan a examinar nuestras creencias de forma objetiva. Observar nuestras creencias sin enredarnos en el proceso nos invita a estar abiertos al cambio. A su vez, esa apertura nos permite evolucionar, y promueve una mentalidad más flexible y adaptable. 

Para ir aún más a profundidad, podemos integrar una práctica somática, examinando las sensaciones asociadas a nuestras creencias, profundizando nuestro entendimiento de la conexión cuerpo-mente. Demostraré cómo se ve esto a través de la historia de David. 

“Cada vez que empiezo a progresar,” David suspiró, “Me saboteo a mí mismo. Es como si no quisiera ser exitoso.”

Asentí con la cabeza, alentando a David a continuar. “¿Me puedes contar más sobre eso? “

Él vaciló por un momento, pero luego sus palabras salieron de golpe. “No puedo quitarme la sensación de que las personas ricas son malas. Crecí escuchando a mis padres decir que las personas ricas obtienen dinero explotando a otros. En mi mente, tener dinero significa ser una mala persona.”

Exploramos la creencia juntos, trazando sus orígenes en la niñez. David recordó cómo sus padres luchaban para llegar a fin de mes, a menudo culpando a las personas ricas por sus dificultades. Estas historias han formado su cosmovisión, sembrando la semilla de una creencia limitante que ahora socava su potencial de éxito.  

“David,” le dije suavemente, “es importante reconocer que no todas las personas ricas entran en el estereotipo que describen tus padres. La riqueza, como cualquier otra herramienta, puede ser utilizada en bien o en mal. La bondad de una persona no está determinada por la cantidad de dinero que tiene en el banco”

Decidimos explorar somáticamente la creencia de David utilizando una guía paso a paso para entender sus impactos emocionales y físicos. 

Primero identificamos la creencia, “Yo creo que las personas ricas son malas.”

David empezó nuestra exploración con un breve ejercicio de atención plena mediante respiraciones profundas y lentas para estabilizar y estar presente. Le invité a traer a la mente la creencia limitante. Silenciosamente repitió la creencia y se enfocó en las reacciones y sentimientos que surgieron inmediatamente.

David hizo un escaneo corporal, notando áreas de tensión, en particular en su pecho y hombros. Le invité a enfocarse en las sensaciones; las describió como pesadas y opresivas. Le pedí que respire mientras están ahí las sensaciones. David imaginó que dirigía su respiración a esas áreas, visualizando cómo se suavizan con cada exhalación. 

Empezamos a explorar lo que estaba presente con curiosidad. Reconocimos sentimientos de ansiedad y tristeza que acompañaban las sensaciones físicas. Hicimos espacio para eso: le alenté a respirar y generar ‘espacio’ en cada sensación, permitiéndole estar ahí por el tiempo que fuera necesario, como si estuviera sentado con viejos amigos. 

Reflexionamos sobre los orígenes de su creencia, recordando las dificultades de sus padres y sus enseñanzas. Siempre les recuerdo a mis consultantes que nuestras familias son nuestro primer contacto social. Aprendemos cómo estar en el mundo a través de ellos, creamos nuestras percepciones y creencias a partir de las perspectivas e interpretaciones de nuestras familias. Luego internalizamos los mensajes y los hacemos propios. 

En las siguientes sesiones volvimos a trabajar con estas sensaciones de las que ahora David estaba consciente. Gentilmente, David retó su creencia al considerar, “Las personas ricas pueden usar sus recursos para hacer cosas buenas”. Observó una leve soltura en su pecho a medida que hacía espacio para esta nueva perspectiva. Este replanteamiento resultó en un cambio en su relación con el dinero, las finanzas y la riqueza. Con el tiempo, David sentía menos constricción en el cuerpo respecto a la riqueza y a su relación con ella. 

Al final de cada sesión, David dedicaba unos momentos a integrar sus descubrimientos, reconociendo cómo la creencia le afectaba a nivel somático y emocional. Finalmente, practicó la auto-compasión, entendiendo que cambiar creencias antiguas toma tiempo. La compasión involucra reconocer que nuestros ancestros hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas que tenían disponibles. Si sus ancestros tuvieron creencias limitantes sobre la riqueza, eso es lo que típicamente se pasa de una generación a la siguiente hasta que se examina y se internaliza una nueva creencia. 

Un día, David entró a mi oficina con un nuevo aire de confianza. “He estado aplicando a trabajos que antes nunca hubiera considerado,” me dijo, “son trabajos en los que puedo hacer una diferencia y ganar un buen salario.”

Con el tiempo, la creencia de David se transformó. Ya no percibía la riqueza como símbolo de maldad, sino como una oportunidad de hacer un cambio positivo. A medida que cambiaba su noción de la riqueza, también cambiaban sus sentimientos y acciones, y poco tiempo después consiguió un trabajo que estaba alineado a sus valores y a sus metas financieras. 

Meses después, David se sentó frente a mí, esta vez con una gran sonrisa en el rostro. “Nunca pensé que diría esto,” me dijo, “pero estoy emocionado de construir mi futuro. Siento que me he quitado un peso de encima desde que cuestioné mis creencias sobre el dinero”.

El camino de David es un recordatorio del profundo impacto que tienen nuestras creencias. Al cuestionar y replantear sus creencias, David pudo desbloquear su potencial y se abrió a un futuro más brillante y satisfactorio. Observar nuestras experiencias somáticas, emociones y creencias sin identificarnos, genera paz interna y mayor apertura. A través de esta práctica, podemos aprender a honrar nuestras experiencias sin que estas nos definan, potencialmente desbloqueando una sensación profunda de libertad y bienestar en nuestro cuerpo y en nuestras vidas.

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