El sentido de seguridad: cómo sé cuándo falta y cómo la invito de vuelta

He aprendido a medir la salud de mis relaciones no en base a qué tan a menudo estamos de acuerdo, o a cuánto nos amamos ni en la calidad de nuestra intimidad, sino en la seguridad que siento de ser completamente yo.

La seguridad relacional es sutil. No es algo que podemos actuar con sonrisas amables o con palabras como “te amo” dichas con la mandíbula apretada. Es una sensación. Mi sistema nervioso sabe la verdad antes de que mi mente lo pueda explicar. Cuando la seguridad está presente, mi cuerpo se relaja, mi voz surge de forma natural y mi sentido del humor se hace presente. No pienso dos veces antes de hablar. No siento que me tengo que proteger, o que tengo que actuar o editar quién soy. Hay espacio para mi alegría y para mi dolor, para mi grandeza y mi fragilidad. 

Si estoy prestando atención, mi cuerpo inmediatamente me dice cuando falta seguridad. 

Charon The Felt

Crédito fotográfico

Cómo sé que no está ahí 

La ausencia de la seguridad relacional se presenta primero en las cosas pequeñas. 

Me noto escaneando las señales de aprobación antes de hablar. Mido mis palabras. Disfrazo mi verdad con tonos más suaves para que no sea “demasiado”.

Mi respiración es corta. Mis hombros se tensan hacia mis orejas. Mi estómago se siente apretado. 

Empiezo a narrar en mi mente en lugar de vivir el momento: 

“¿Será que piensa que estoy exagerando?”

“¿Será que esto causa una pelea?”

“Quizás debería guardarme las cosas.”

Me encuentro a mí misma accediendo a cosas que no quiero, o evitando temas que son importantes para mí para evitar la fricción. 

La verdad más profunda es que mi cuerpo ha captado señales de que este no es un lugar donde todas las partes de mí son bienvenidas. Ya sea por el tono de voz de la otra persona, o por la forma en que se aleja cuando expreso mis emociones, o cuando mis heridas del pasado proyectan antiguos miedos, mi sistema entra en un estado de autoprotección. A veces es porque no es seguro abrirse frente a la otra persona. En otras ocasiones la persona se siente segura, pero mi historia me dice lo contrario. En cualquiera de los casos, mi sistema nervioso no se relaja y los sentimientos de miedo y vergüenza están presentes hasta que se restablece una señal de seguridad. 

¿Por qué la seguridad relacional es importante?

Sin seguridad, no hay intimidad real. 

Puede que tengamos momentos de cercanía, pero estos serán frágiles y condicionales. Puedo sentirme amada cuando soy complaciente o alegre, pero no cuando soy desordenana o cuando estoy sufriendo. La seguridad es lo que nos permite reparar después de una ruptura. Es lo que nos permite tomar riesgos, compartir nuestros deseos, miedos y verdades sin preocuparnos de que sean usados en nuestra contra. 

En las relaciones donde no hay seguridad, la intimidad se convierte en una actuación, la conexión se convierte en una negociación y el amor se convierte en una negociación. 

Cuando hay seguridad, puedo decir, “Esto me lastima” sin miedo al abandono.

Cuando hay seguridad, puedo expresar mis deseos sin miedo al rechazo. 

Cuando hay seguridad, puedo estar en desacuerdo y aún sentirme amada. 

Cómo la invito de vuelta

No puedo demandar seguridad de alguien más. No puedo controlar qué tan abierta, sintonizada o regulada está la otra persona. Pero sí puedo incidir en el espacio entre nosotros. Puedo hacer que mí lado del puente sea donde habita la seguridad. 

Esto es lo que yo practico: 

1. Voy más despacio

Cuando surge la tensión, mi primer instinto es acelerarme: hablar más rápido, explicar más, convencer. Pero la velocidad es el enemigo de la seguridad. Ralentizar mi voz, mi respiración y mi cuerpo comunica que no estoy en peligro. 

2. Traigo curiosidad, no acusación.

En lugar de decir, “Siempre te cierras cuando hablo de mis sentimientos,” digo, “Noto que en este momento estás más silencioso. ¿Qué está pasando para ti?” La curiosidad invita a la apertura. La acusación invita a una actitud defensiva. 

3. Me hago cargo de mi experiencia.

“No me siento vista cuando usas el teléfono durante la cena” suena distinto a “Eres un maleducado.” Hacerme cargo de mis sentimientos permite que la otra persona me encuentre sin la vergüenza como barrera.

4. Sintonizo con las señales no verbales. 

A veces las palabras dicen “Estoy bien” pero los hombros están tensos o los ojos no hacen contacto visual. Trato de notar estas señales y ajustar mi acercamiento, ofreciendo un tono de voz más suave, pausando y dando el espacio necesario. 

5. Me muestro en lugar de actuar 

Esta es la más difícil para mí. Cuando tengo miedo, me quiero esconder detrás de mi versión más pulida. Pero la seguridad se hace más profunda cuando me arriesgo a mostrar mi verdad más vulnerable: “Me siento nerviosa contándote esto,” o “Una parte de mí tiene miedo de que te enojes.”

Las preguntas que me hago cuando siento que falta seguridad

Cuando noto que mi cuerpo se contrae ante la presencia de alguien, hago un pausa y me pregunto: 

  • ¿Esta persona me está dando señales de seguridad o de peligro? 
  • ¿Estoy respondiendo al momento presente o reaccionando según un patrón antiguo? 
  • ¿Qué necesito en este momento para sentirme segura y estar conectada? 

A veces la respuesta es simple: respirar, relajar el cuerpo, decir mi verdad. Otras veces la respuesta es más complicada: dar un paso atrás, honrar mis límites o inclusive terminar la conversación. 

La seguridad es algo que creamos juntos

Es tentador pensar que la seguridad es algo que la pareja o el amigo “bueno/a” provee. Pero la verdad es que la seguridad es algo que creamos juntos. Es un ciclo de señales, palabras, acciones y reparaciones. 

Eso significa: 

  • Escuchar sin interrumpir.
  • No utilizar la vulnerabilidad de alguien en su contra más tarde. 
  • Estar dispuesto a reparar cuando he hecho daño.
  • Conectar y dar espacio a mis propias emociones para que nadie tenga que tomar precauciones a mi alrededor. 

Cuando ambas personas asumen la responsabilidad de crear seguridad, la relación se convierte en un contenedor vivo, donde el riesgo y la confianza crecen a la par. 

La diferencia que genera la seguridad

Cuando hay seguridad relacional, toda la dinámica cambia. Las discusiones se convierten en oportunidades para entendernos mejor. Las diferencias se vuelven interesantes en lugar de ser amenazantes. La intimidad se hace más profunda y más juguetona porque el deseo sólo surge en tierra fértil y segura. La seguridad no significa estar cómodo todo el tiempo. No significa que nunca nos gatillamos mutuamente. Significa que sabemos que, cuando hay incomodidad, podemos encontrar el camino de regreso sin miedo. 

Mi práctica activa

Solía pensar que la seguridad relacional era algo que tenías o no. Ahora la entiendo como algo que puedo cultivar todos los días. A veces significa decir lo que pienso. A veces significa suavizar. A veces significa saber cuándo retroceder. Y siempre significa escuchar a mi cuerpo, el primer lugar donde la seguridad o la falta de seguridad se hará notar. 

Esta es la verdad: 

La seguridad no es una idea. Es una experiencia. 

Y cuando la siento, todas mis partes pueden exhalar. 

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